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Viajando en la Máquina del Tiempo - Entrevista a Alexander S. Neill

domingo, 21 de junio de 2009


"La Máquina del Tiempo" - Entrevista a Alexander Neill
domingo 21 de junio de 2009
Por Gonzalo Oyarzún

¡Saludos queridos contemporáneos! En nuestra sección "La máquina del tiempo", hemos viajado al año 1965 y nos encontramos en las afueras de la reconocida e innovadora escuela Summerhill junto a su director y creador Alexander Sutherland Neill, quien amablemente aceptó ser entrevistado para darnos detalles de su último libro “Summerhill”, explicarnos en qué consiste y cuales son las particularidades de la escuela Summerhill y las teorías que sustentan su actuar.

Primero que todo, Sr. Neill, ¿Es verdad que en Summerhill el entrar a clases es opcional y que no existen cargos jerárquicos para la toma de decisiones en la escuela?

Por supuesto, somos de la convicción de que el niño aprende únicamente si le interesa lo que le están enseñando, ¿Para que tener a alguien sentado escuchando contra su voluntad? No tiene sentido. Un profesor podrá captar la atención del estudiante mediante retos, castigos o llamados de atención, pero nunca conseguirá su interés si es que a éste no le nace realmente.

Con respecto a la falta de jerarquización, pasa por nuestra oposición a cualquier tipo de cargo/organismo que pueda reprimir o infundir miedos en el niño. Somos de la creencia que los niños responden positivamente a la libertad y al amor, lo cual no quiere decir que en Summerhill exista libertinaje, ya que la libertad siempre va de la mano con el respeto colectivo. En relación a la toma de decisiones, somos partidarios del autogobierno, que es ejercido por asambleas semanales conformadas por alumnos, funcionarios y profesores en donde se plantean propuestas, ideas y normas que posteriormente son votadas por todos.

Pero…supongo que sus posturas y votaciones tendrán mayor injerencia que la de los alumnos ¿o no?

Para nada, en las votaciones dentro de Summerhill todos tienen el mismo valor, más aún, los jóvenes no hacen diferenciaciones entre los emisores. ¿Qué quiere decir esto? Que da igual si soy yo, un profesor o un alumno pequeño quien hace la propuesta, ellos solo toman por criterio la utilidad y la pertinencia de la medida según su parecer.

Increíble. Cuesta creer que en una escuela se den tratos tan horizontales entre profesores y alumnos, más aún, que con toda la libertad que se les da a los alumnos Summerhill no sea un caos. ¿Ha que atribuye eso?

Creo que tiene que ver directamente con las convicciones de fondo que sustentan nuestro actuar.

¿Cuáles serían esas convicciones y en qué consistiría ese sustento?

Por una parte, me considero un férreo defensor de las ideas que postulaba el francés Jean-Jaques Rousseau, quien tenía, al igual que yo, la convicción de que el niño es inherentemente bueno y bondadoso y que si crece en naturalidad, sin la intervención de “terceros” que lo condicionen o sugestionen, crecerá tal como su naturaleza lo llama a ser, vale decir, bueno y bondadoso. Por otra parte, sustento este pensar también en los aportes del gran psicoanalista Sigmund Freud, quien demostró que la mayoría de los traumas que presentan los seres humanos provienen de perturbaciones en su infancia, etapa en la cual seguramente la represión y coacción de la escuela, padres, religión y sociedad para con sus instintos y voluntades de niñez los llevaron a malestares y trastornos en su adultez.

Interesante argumentación, veo que grandes pensadores respaldan su proyecto. Pasando a otro tema, me surge la interrogante ¿Es posible que niños que se ausentan por años a clases logren el mismo aprendizaje que quienes han estudiado constantemente bajo un sistema educativo autoritario?

Creo que las palabras sobran cuando los hechos son explicativos. En más de una ocasión, hemos tenido jóvenes que nunca les dieron ganas de entrar a las clases pero que, llegado el día en que se interesaron en rendir exámenes de ingreso a la universidad, fueron capaces de aprobar con excelentes calificaciones, ¿Qué concluimos de esto? Que el interés del alumno es crucial en su aprendizaje. Además, los jóvenes crecidos en Summerhill, educados en libertad y sin represión, son capaces de aprender todo lo necesario para rendir buenos exámenes en 2 años de estudio, mientras que, los provenientes de escuelas autoritarias, no solo se desarrollan con perturbaciones, traumas e infelicidad, sino que demoran 8 años en aprender lo necesario.

Pese a todo esto, he de admitir que no siempre ha sido así, puesto que no todos rinden los exámenes de ingreso a universidad, pero ésto también responde a una convicción de fondo en nuestro sistema, el cual le importa más que egresen jóvenes felices, antes que grandes teóricos. Ése, para mí, es el gran sentido de la educación: generar personas felices. Siempre preferiré un barrendero feliz, a un abogado infeliz (sin desmerecer a los barrenderos).

Muy esperanzador su mensaje señor Neill, le agradezco su tiempo y disposición para informar a nuestros lectores acerca de su innovador proyecto y propuesta educativa.


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